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lunes, 15 de octubre de 2012

Bajo el Mar de Puerto Vallarta

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No no es la cancion de la Sirenita, se trata de el buceo en Puerto Vallarta.


El buceo es el acto por medio del cual el ser humano se sumerge en cuerpos de agua, ya sea el mar, un lago, un río, una cantera inundada o una piscina, con o sin ayuda de equipos especiales. Al buceo tradicional (sin aparatos de respiración) se le llama sencillamente buceo, aunque a su modalidad deportiva se le llama apnea o buceo libre. El término submarinismo define con exactitud la práctica del buceo en el mar, que es además, y con creces, el buceo más practicado en todo el mundo.

En la Bahía de Banderas se encuentran múltiples empresas que ofrecen esta experiencia rigiéndose por las más estrictas normas de seguridad. En primer lugar, recomiendan que sea practicado por niños de 12 años en adelante y que los adultos mayores que deseen experimentarlo conserven un estado físico y de salud óptimos. Para verificar esto, someten a cada cliente a un cuestionario de seguridad en el cual se pregunta si padecen asma, afecciones cardiacas, infección en oídos, etc.

Cuando se trata de principiantes, se les imparte una clase de 45 minutos para que se familiaricen con el equipo: un tanque de aire comprimido, un BCD (chaleco inflable que se llena de aire para subir y mantenernos en la superficie), un regulador de aire con mangueras que se conectan del tanque al BCD y a las boquillas de respiración (una personal y otra de emergencia), un panel de mediciones (que permite revisar la profundidad de inmersión, la cantidad de aire en el tanque y una brújula para facilitar la orientación), un cinturón con pesas (llenado según la masa corporal de cada buzo para ayudarlo a sumergirse), aletas y visor. Si es temporada invernal es necesario utilizar un wetsuit de neopreno para mantener la temperatura corporal.

A continuación se presenta el guía, que debe ser un Dive Master debidamente certificado por la Asociación Profesional de Instructores de Buceo (PADI, por sus siglas en inglés), quien los enseñará a sacar agua del visor en caso de que llegue a entrar, a recuperar la boquilla si se cae y a compensar la presión para evitar el dolor en los oídos.

Una vez concluido el curso de capacitación, será conducido en una embarcación a alguna de las dos zonas de la bahía recomendadas para principiantes, que son Los Arcos de Mismaloya y Majahuitas, ya que en la primera inmersión sólo se tiene permitido bajar entre 5 y 10 metros. Antes de lanzarse al mar, el instructor hará un repaso de instrucciones, principalmente las señales que se hacen con las manos para dar indicaciones bajo el agua como "sube", "baja", "me duele un oído" o "algo anda mal".

Tras este corto repaso llega la hora de ponerse el equipo y arrojarse al mar, lo cual se hace de espaldas, es decir, mirando hacia el interior de la embarcación para que el tanque de aire sea lo primero en caer al agua. Después del descenso, su instructor lo guiará bajo el agua a través de lo que pareciera un parque submarino. Durante el recorrido se cruzará con varios atractivos, entre ellos un pequeño arrecife de coral, incontables bancos de peces tropicales de todos colores, pequeñas mantarrayas, morenas (serpientes), estrellas, arañas y pepinos de mar y con un poco de suerte con alguna tortuga marina. Al finalizar el paseo se regresa a la superficie, en donde hay que quitarse el equipo para poder subir a la embarcación sin ningún problema.

En el caso de buzos certificados, sólo tienen que presentar la tarjeta que los acredita, se miden el equipo y pueden ser llevados a zonas de mayor riesgo como las Islas Marietas al norte de la bahía, en donde se nada contra muchas corrientes y se ven peces grandes como Dorado, Atún y Marlin; además, se atraviesa una cueva submarina para llegar a la “Playa del Amor”.

En el extremo sur de Bahía de Banderas está Chimo, una pequeña villa pesquera que se llena de mantarrayas gigantes durante el invierno. Adicional a la abundante vida marina, es aquí en donde el océano ha creado Torresillas, una meseta submarina que tiene cerca de un cuarto de milla de diámetro y posee una serie de pináculos separados que se levantan como dedos que se estiran hacia la superficie para saludar a la luz.

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